“Vi ese dia a Al-Rashid… Descalzo, acompañó el ataúd a través del barro hasta el cementerio de los turaysh. Cuando llegó, se lavó los pies y entonó la plegaria fúnebre. Luego bajó a la tumba para rendir el último homenaje a su madre antes de abandonar el cementerio[1]. Hasta en la muerte, Jayzurán desafió al Imperio y sus tradiciones. «
«Jayzuran, fue una mujer que nació libre en una región de Yemen llamada Jurash. Llegó al palacio de Bagdad como esclava, comprada por el califa Al-Mansur, tras ser secuestrada por un beduino y vendida en la Meca. Ofrecida como jarya (esclava) a su hijo, Al- Mahdi, que, rendido a sus encantos, la convierte en una de sus esposas. Pero este no sería el único logro de esta jarya. La fuerte personalidad de Jayzurán y su increíble poder de persuación, hicieron posible, que su marido una vez califa, nombrara a sus hijos los legitimos herederos del califato.
Este hecho demuestra, que las mujeres no sólo podían dominar a los califas, sino también compartir su poder, Jayzuran buscaba su plaza en la política a través de los hombres de su vida, es decir, de su marido y sus hijos, y lo consiguió, aunque sin formar parte de la historia oficial.
El gran obstáculo para hacer carrera de una mujer como Jayzuran, con gran vocación política y que parece haber dado muestras de un talento excepcional para ella, no fue de naturaleza biológica (ser mujer), ni legal (ser esclava), sino territorial: pertenecía al harén. Al operar desde el harén, que era el ámbito de las mujeres, ninguna de las jawari pueden considerarse jefas de estado. A pesar de los hechos, no consiguieron separar el umbral que separaba el territorio de las mujeres del de los hombres.
Todos los historiadores cuentan, que rigió, dirigió y gobernó el Imperio musulmán bajo tres califas: su marido al Mahdi, tercer califa abasí (775dc-785dc); su hijo mayor al Hadi y su hijo menor Harum al-Rashid, mencionado anteriormente. Sin embargo, su carrera política sufrió la fatal influencia de la vida del harén: su autoridad quedó secretamente oculta y sólo se manifestó en la radiación del poder de otra persona. El dia de su muerte, Bagdad comprendió la grandeza de la madre en la pena del hijo (…).”
Hoy he querido compartir con ustedes un pedacito del libro “Las sultanas olvidadas”, escrito por Fatima Mernissi, en el que se relatan las historias de muchas mujeres, políticas, que han quedado “olvidadas” y reducidas en la historia a su status de esposas, madres o hijas. La misma Mernissi, nació también en el seno un harén en 1940, en Fez (Marruecos) y eso no le impidió convertirse luego en una de las voces mas elocuentes del feminismo islámico. Esta politóloga y socióloga, educada hasta la Universidad en escuelas coránicas, alzará su voz con tono firme y crítico para contar la historia del mundo y la cultura a la que pertenece.
Dando vida a historias poco conocidas y realidades no tan lejanas, sus textos nos hacen viajar a través de este universo, a priori, desconocido por muchos y cuestionarnos el nuestro. En un viaje de encuentros y desencuentros entre oriente y occidente, Mernissi nos lleva a la reflexión que traspasa las fronteras terrenales para llegar al fondo humano, tronco y raíz de una historia común. A través de sus libros, he tenido la suerte de descubrir apasionantes historias y personajes que han dedicado sus vidas a la esfera pública, o a la lucha contra la injusticia, en muchas ocasiones desde las sombras.
No es este un fenómeno aislado ni exclusivo de las mujeres, ni mucho menos una praxis típica de épocas remotas. Desgraciadamente, este relato es solo otro ejemplo más de historias que se repiten una y otra vez de manera casi permanente a lo largo de los tiempos. Voces prohibidas, voces silenciadas, voces anónimas, voces encerradas…pero al fin y al cabo voces, de mujeres y hombres, funambulistas de la historia, que se arriesgan a traspasar el abismo de la censura , la injusticia y el olvido.
Me gustaría remarcar, que no he escogido este relato con la intención de hacer apología del feminismo ó denunciar la discriminación de las mujeres a lo largo de la historia. Sin ánimo de restar importancia a esa realidad, creo que el sentido de traer aquí ambas historias, la de Mernissi y la Jayzurán, es con un afán más profundo que el simple apunte biográfico. En eset sentido, considero que en ocasiones, servirnos de vidas e historias es la manera mas pedagógica de hacer un ejercicio de reflexión, de ahí supongo que vendrá mi pasión por el cine y la política.
A lo largo de este libro, vamos tropezando con conceptos diversos pero a su vez entrelazados como el liderazgo, la esclavitud, la discriminación de las mujeres, la religión, la manipulación de la historia, el poder, etc. que nos invitan a la reflexión, y a hacernos preguntas sobre el papel de cada uno de ellos en la historia, su existencia y su evolución.
Quisisera poder profundizar en cada uno de ellos, ya que suscitan todos miles de ideas en mi cabeza, pero al respecto existe ya abundante literatura y no es este el objetivo por el que escribo este blog. Yo prefiero invitarnos a hacer un ejercicio de memoria colectiva y crítica conjunta lanzando al aire preguntas como …¿Acaso han cambiado tanto los significados de estos conceptos a lo largo de la historia? ¿Ha habido una evolución o simplemente un cambio de escenario? ¿Es posible reinventar estos conceptos y darles un nuevo significado?….
Como explica Faucault, el epistéme (o significado) de un concepto, depende de la “verdad” impuesta por el poder en una época dada. Es decir, es el contexto el que dota de significado y de contenido al concepto y no al revés. Entonces, actuemos en consecuencia, superemos los “significados” de otras épocas, y desafiemos los retos de la nuestra y reaccionemos como hiciera en su dia Jayzurán. Nosotros también podemos despojarnos de nuestra condición de “esclavos”…
[1] Tabari, “Tarij al uman wa al muluk”